A veces tranquiliza ser Argentinos
¿Los hijos hacen la felicidad? Investigaciones de EE.UU. y Europa sugieren que, a contrapelo del extendido ideal de la realización familiar, cada vez más personas se sienten insatisfechas cuando tienen hijos. En Argentina, los datos contradicen esa tendencia, aunque también aquí las exigencias desorbitadas de la vida moderna ponen a prueba el deseo de maternidad. Por qué pese a todo las argentinas sienten “pasión por los hijos”. Entre el mito de la madre perfecta, los mandatos sociales y el deseo de procrear. Tan instalado está el ideal de la felicidad familiar, el ideal de la realización maternal, que sería algo parecido a una herejía discutir la idea de que los hijos traen la felicidad. Sin embargo, en EE.UU. y Europa, los expertos en medir el bienestar emocional empiezan a ponerlo en duda. Varios estudios científicos mostraron en los últimos años que la satisfacción con la vida es menor en las personas que tienen hijos respecto de las que no cambiaron nunca un pañal. Por otra parte, la clínica psicológica se llena de consultas que confirman cuántos matrimonios tambalean con la llegada de los hijos. En 2004, una investigación del economista y premio Nobel Daniel Kahnemann reveló que, para las mujeres norteamericanas, cuidar a los hijos está en el lugar 16 en el ranking de las 19 actividades más placenteras de la vida, muy por debajo de cocinar o ver la tele. ¿Por qué las madres se sienten más insatisfechas ahora que antes? ¿Está el individualismo arrasando con el ideal de abnegación y sacrificio? ¿O ellas encontraron otras fuentes de felicidad en sus vidas, aparte de su rol tradicional de madres? El trabajo, el nivel educativo, la soledad, los ingresos y hasta la aceleración cotidiana afectan la vida de las madres del siglo XXI. Claro que si los hijos no hacen más feliz la vida, es difícil entender por qué mujeres y hombres se angustian cuando no logran concebir. Menos se comprende el aumento del 30% en la demanda de tratamientos de fertilización asistida entre 2008 y 2009 en la Argentina. Algo deben traer los hijos para ser tan deseados. Sin dudas, pasar los genes a las futuras generaciones es la razón por la que se reproducen todas las especies. Por eso las madres invierten tanto tiempo y energía en criar a su prole en el reino animal. Creer que lo hacen para ser más felices quizás sea la forma que adoptó el imperativo biológico en los seres humanos. Esta es la teoría que esgrime Daniel Gilbert, el psicólogo de Harvard que escribió en 2006 el best seller Tropezando con la felicidad . Gilbert aconseja a los que están pensando en ser padres sopesar con cuidado la felicidad momentánea que dan los chicos versus la duradera. La cuestión es distinguir entre las expectativas con que los bebés llegan al mundo de los padres y lo que efectivamente ocurre durante su crecimiento. Según un estudio de la Universidad de York, en Gran Bretaña, la “ilusión” de que los chicos traerán una felicidad surge por enfocarse en sensaciones maravillosas como la primera sonrisa del bebé, mientras que la cotidianeidad -ocuparse de la comida, la ropa limpia y las tareas escolares- conspira contra la satisfacción maternal. “Son estas experiencias pequeñas pero negativas las que impactan en los niveles de felicidad cotidiana”, explica el economista británico Nattavudh Powdthavee. Las argentinas, por los hijos De todos modos, no hay madre que no reconozca que su hijo la hizo dejar de mirarse el ombligo y pensar más allá. En este sentido, las argentinas parecen entender bien la contribución de los hijos al sentido de la vida y hasta contradicen los estudios realizados en Estados Unidos y Europa. Un flamante estudio de la consultora CERX (Centro de Economía Regional y Experimental) revela que la felicidad de la población argentina se ubica en 7,1 puntos sobre un total de 10. Pero a la hora de ponerle puntaje a la felicidad de tener hijos, las mujeres locales aumentan la cifra a 9,6 puntos, según la encuesta realizada por CERX para LA NACION. Incluso durante los sinsabores de la vida cotidiana, los gritos y las corridas, las madres porteñas dicen que sus hijos les hacen sentir 8,9 puntos de felicidad. “Posiblemente sea una felicidad diferente de la que tenían antes de tener hijos, pero aun con los problemas y preocupaciones cotidianas que genera la maternidad, declaran que eso no reduce su nivel de felicidad”, afirma la economista Victoria Giarrizzo. La mitad de las madres argentinas dice preferir un programa con sus hijos a cualquier otra actividad, aunque hay afanes -como salir con amigas o ir de compras- que están asociados a un mayor placer que estar haciendo algo con los chicos. “Una cosa parece ser el placer momentáneo y otra la felicidad de los hijos”, explica Giarrizzo Si bien un 33% de las madres dice ser más feliz a partir de que nacieron sus hijos, una de cada 10 mujeres argentinas se declaran menos felices después de parir. Entre las que no tienen hijos, la mayoría no asocia la felicidad a tener un niño. Para la socióloga Patricia Schwarz, la ética maternal que nació con la modernidad en el siglo XVIII y que demanda un cuidado intensivo de la prole es más fuerte de lo que se cree entre las argentinas. “Las mujeres actuales se mueven entre las expectativas de ser madres absolutamente entregadas a sus hijos y el individualismo que hizo norma en los últimos 25 años”, señala la investigadora del Instituto Gino Germani de la UBA. En los 50 todas querían ser Doris Day: curvilíneas de noche y amas de casa de día, atractivas esposas y madres abnegadas, felices de contar con un nuevo electrodoméstico cada mes. Pero la vida de las mujeres cambió tan drásticamente como la realidad socioeconómica. Criar un hijo es más difícil hoy que hace 30 años atrás, coincide el 70% de los norteamericanos en una encuesta reciente de Pew Research. La experiencia es incluso menos feliz para quienes lo hacen solos, una situación