2013. Nuestro país se enfrenta a nuevos desafíos que requieren de la atención y la actuación de todos los sectores sociales. Asistimos a una realidad que es dinámica, vertiginosa y compleja. Contextos diferentes a los hasta hoy conocidos nos plantean, por consiguiente, nuevas y mayores responsabilidades. Todos estamos llamados a hacer un aporte. El compromiso y la participación es un ineludible requisito.
No podemos adoptar una posición pasiva suponiendo que las soluciones a nuestros problemas serán sencillas o mágicas. Todo lo contrario. En la medida que asumamos esta necesidad como una exigencia social podremos ir avanzando hacia un futuro de mayor armonía y civilidad. Y las organizaciones de la sociedad civil tienen mucho de sí para aportar en este proceso de construcción colectiva.
Un requisito previo es el de tener un acuerdo en común sobre un mínimo irreductible de ideas que suponga el punto de partida. Esas concepciones compartidas por toda la sociedad nos llevaría a construir una sociedad más solidaria, respetuosa e integrada. Significa volver a apostar por los valores. Reconstruir los lazos bajo el imperio del respeto, la honestidad y la responsabilidad.
Los valores perfeccionan el cuerpo social y le dan sentido. Entonces, se nos torna imperioso dar comienzo a un intenso trabajo por reconstruir nuestra sociedad sobre la base de estos valores que nos sirvan como una guía de hacia dónde queremos ir.
En la medida que seamos capaces de internalizar estos preceptos y actuar en consecuencia el avance hacia mayores niveles de inclusión, tolerancia y equidad será gradual pero a la vez inexorable.
El rol de las instituciones públicas es ineludible. La competencia primaria del estado en garantizar educación, seguridad física y alimentaria, impartir justicia y brindar salud, por caso, debe afianzarse y fortalecerse. Y queda para el resto de las instituciones contribuir cada una desde su accionar particular en este proceso de fortalecimiento social.
Así tanto las organizaciones sindicales como los institutos específicos como el nuestro cumplen una función esencial por el importante desarrollo de capilaridad social que poseen. Hoy los sindicatos se plantean nuevas acciones que involucran importantes aspectos que trascienden la tradicional discusión por el salario y las condiciones de trabajo.
Por ello, nuestro Instituto siguiendo una directiva clara emanada de la conducción de nuestra Organización, ha decidido hacer una fuerte apuesta por la promoción de los valores para así contribuir para la recomposición del tejido social. Es este nuestro firme compromiso institucional.
En este sentido, el IPLIDO en una clara apuesta por la promoción social desarrolló un eje de trabajo denominado Construyendo educación en valores. El mismo se constituye en una herramienta de crecimiento espiritual de nuestra gran familia hotelero – gastronómica. Diseñado con una impronta de carácter federal, promueve el dictado de talleres de reflexión y debate interno en las distintas Seccionales y, a la vez, brinda una guía de ayuda metodológica para su abordaje en los espacios de discusión que al respecto se propongan.
Otra acción implementada es el denominado “Premio Mujer Trabajadora” cuyo propósito es el de brindar un reconocimiento a compañeras trabajadoras del turismo, la hotelería y la gastronomía que con esfuerzo personal, capacidad de trabajo y liderazgo, probidad y entereza se configuran en modelos y ejemplos. Estos testimonios de coraje y superación conformarán una seccional especial en nuestra página llamada “Historias de vida”.
Apostamos a una vuelta a los valores esenciales porque aspiramos a una convivencia integral. Cada uno, desde su lugar, tiene mucho para dar actuando con respeto, honestidad y responsabilidad.
Un futuro mejor no sólo es deseable sino que es posible. El compromiso es nuestro.
Afrontemos este reto.
María Susana Césari
Secretaria de Actas y Afiliación U.T.H.G.R.A.
Secretaria Ejecutiva del Instituto para la Igualdad
de Oportunidades I.P.L.I.D.O